ARMONÍA MENTE-CORAZÓN

El ser humano es una entidad orgánica; cuerpo, mente, emociones y espíritu funcionando en una sola unidad. La mente se expresa en interior del cuerpo y el cuerpo, se manifiesta como la parte exterior de la mente. Cualquier cosa que nos ocurra puede empezar en el cuerpo e influenciar en la mente y viceversa, puede empezar en la mente y somatizarse en el cuerpo.

Estamos unidos y en conexión con todo lo que existe: el cielo, la tierra, el sol, la luna, las flores, las montañas, los ríos y los mares. Estamos unidos a la naturaleza, así, al estar en armonía con nuestro cuerpo, estamos en armonía con la naturaleza y con toda la existencia y somos capaces de fluir libremente con todo lo que acontece en cada momento.

Cuando hay un conflicto entre la mente y el cuerpo, se nos plantea la decisión de a quién hacerle caso. A mi parecer, el cuerpo está en sintonía con la naturaleza, mientras que la mente juega con los conceptos sociales. La sociedad nos enseña a ser responsables, a vivir a través del esfuerzo, la lucha, la voluntad y el deber y el Ego aprende de todos estos conceptos, para dar sentido y dirección a la mente, pero el corazón, en cambio, nos enseña el sentir las cosas desde el interior, conectando con la intuición y la confianza interna.

Elegir vivir en plenitud es darnos el permiso de vivir una vida feliz. Al ser capaces de observar cómo nos sentimos cuando hacemos algo,  nos daremos cuenta si estamos tensos o relajados. Si dominamos el arte de mirar constantemente nuestro interior, sabemos dónde estamos y eso nos hace confiar en la vida sabiendo que ella nos lleva al mejor camino para nuestro desarrollo personal, pues vivimos en la convicción de que la vida siempre nos da lo que necesitamos. Esta actitud vital nos lleva a relajarnos en vez de luchar y al relajarnos, fluimos con la corriente, sin Ego, sin lucha, sin esfuerzo, los sufrimientos empiezan a disminuir y la ansiedad, las culpas, los remordimientos y otras heridas emocionales desaparecen, pues en cada acto nos sentimos satisfechos y plenos con lo que la vida nos ofrece. Este estado de relajación nos aporta la tranquilidad interior y el sosiego que necesitamos para estar plenamente conscientes en cualquier cosa que estemos haciendo. Esta actitud vital conduce al despertar de la consciencia integrada.

La vida se manifiesta en cada momento. No podemos controlarla, predecirla ni tener respuestas pensadas de antemano. Solo podemos dejarnos guiar por el corazón y la intuición y hacer lo que sentimos en cada momento con la consciencia que en ese momento tenemos, sin culparnos, aceptándonos como somos, sin dividirnos en bueno y malo, adecuado o inadecuado. Simplemente, siendo auténticos, sinceros, sencillos y fieles a nosotr@s mism@s, sabiendo que la felicidad no es algo que se adquiere, sino que se manifiesta en nuestro interior. Solo la presencia y la entrega la hacen florecer. nosotr@s somos los que decidimos si entrar en la comparación, la crítica, la autoexigencia, la culpa, el deber y la escisión interna o elegimos ser nosotr@s mism@s. Si nos centramos en el dolor y el sufrimiento, veremos la parte negativa de la vida y nos llevará a la infelicidad, pero si giramos la mirada hacia el interior y confiamos en que la naturaleza y la vida nos apoyan en cada cosa que hacemos, entramos en un estado de relajación y confianza interna y nuestra vida se centra en una sensación de bienestar interior. Al no querer controlar nada, hemos de estar presentes en cada momento, observando, conscientes de nuestro cuerpo, nuestra respiración, nuestro sentimiento y nuestra sensación interna. Conscientes de nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestras acciones, tomando la vida como llega y respondiendo de forma sincera en cada momento.

Al tomar la actitud de confiar, observar y darnos cuenta de nuestra respiración, nos percatamos de cuál es nuestro estado interior, adquirimos una mayor percepción de nosotr@s mism@s y un mayor centramiento. En esta actitud vital, el cuerpo, la mente y el corazón funcionan en armonía y cuando la acción se produce en profunda aceptación, un inmenso gozo surge del interior y un sentimiento de agradecimiento nace abriendo la puerta de la consciencia unificada. Entonces el placer, la alegría, la gratitud y la belleza se expanden desde el interior y cualquier cosa que realicemos, adquiere la belleza en toda su expresión. En ese momento, sentimos que la felicidad se instala como un estado interior del ser.

 

Si deseas leer algo más acerca de este tema, puedes consultar los siguientes artículos en la sección de Mindfulness:

-Mindfulness: armonía de la mente y el corazón

-Mindfulness: integración mente-corazón

-El corazón unificado.

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LA FUNCIÓN DE LAS FASCIAS EN EL TAI CHI Y EL CHI KUNG

La fascia es un tejido conjuntivo que aporta la estructura a todo el organismo. Recubre los huesos, tejidos, órganos, músculos y tendones. Está formado por colágeno y hace las funciones de sostén, comunicación y conexión de todas las partes del cuerpo.

Los huesos, músculos, tendones, ligamentos, cartílagos y la sangre, tienen frecuencias y densidades diferentes, pero todos ellos están unidos por el tejido colágeno de las fascias.

El líquido céfalo raquídeo se forma en los ventrículos laterales del cerebro, luego se desplaza hacia el tercer y cuarto ventrículo y se expande hacia el Bulbo raquídeo y la Médula espinal, para posteriormente, fluir en el tejido conectivo colágeno.

El tejido conectivo colágeno se mueve con la intención en estado de meditación. Su movimiento es en espiral, formando haces de espirales y todo el tejido se dilata y se contrae rítmicamente.

Al inspirar, el líquido céfalo raquídeo ayuda a las células en su proceso de dilatación. Al espirar, las células se contraen y se extiende a todo el cuerpo.

El líquido céfalo raquídeo riega el cráneo y se extiende por toda la columna vertebral, por el interior de las vértebras, donde salen los nervios para expandirse y nutrir todas las células del organismo.

En los movimientos de Tai Chi, al inspirar, la base del cráneo se abre al llevar ligeramente el mentón hacia el pecho y estirar la coronilla hacia el cielo, entonces, se expande por toda la columna y se abre la Puerta de la Vida, el centro energético que está en la baja espalda, detrás del ombligo, nutriendo de este modo los riñones. Al espirar, el cuerpo se relaja y la energía nutre todo el cuerpo. Los movimientos de flexión y extensión del Tai Chi, ayudan a activar las tres bombas del cráneo, las glándulas suprarrenales y el sacro.

Los canales de energía o meridianos de los órganos pasan por las fascias. Cuando las fascias están sanas, el cuerpo está flexible y vigoroso, pero si la energía no circula bien, el cuerpo se endurece y los movimientos son torpes y causan dolor. Las fascias, facilitan la conexión de los huesos, músculos, nervios y capilares, para que éstas puedan realizar sus funciones adecuadamente. Conducen el líquido a las diferentes estructuras para nutrir los tejidos y órganos y permitir al cuerpo moverse. Además, el tejido de la fascia, ayuda en la defensa del Sistema inmunológico, pues cuando detecta la proliferación de microbios, las fascias empiezan a inflamarse, crean calor, enrojecen y acaban produciendo dolor. En este tejido, gracias al líquido céfalo raquídeo, se producen los procesos de reparación y cicatrización del tejido.

Las fascias son un conducto de diversas energías físicas, emocionales, mentales y espirituales. A nivel psíquico, los problemas emocionales y mentales repercuten en la tensión de las fascias. La ira, el enfado, el dolor, la pena, la tristeza, la duda, los problemas de comunicación o cualquier otra emoción negativa, produce una tensión en el tejido de la fascia y provoca un dolor en alguna parte del cuerpo. Las emociones negativas entristecen el cuerpo y lo dejan sin energía, por eso, al practicar Tai Chi, Chi kung, la actitud de sonreir internamente, relaja, nutre y sana las fascias.

El sistema de fascias posee una gran capacidad de desplazamiento. Su ritmo es sutil, muy parecido a una suave inhalación y exhalación, pero es más profunda que nuestra habitual respiración. Se le denomina “aliento de vida”, porque conduce la fuerza vital. El Tai Chi, a través de los movimientos lentos y conscientes, logra enroscar los tendones sobre el hueso, estirar la fascia y nutrir hasta el último confín del cuerpo.

Cada célula, tejido, órgano, glándula o hueso, tiene su propio nivel de vibración y cualquier sonido que el ser humano emite, origina un cambio físico en el interior del organismo. Así, en el arte del Chi Kung, se dirige el sonido curativo a cada órgano, proporcionándole la frecuencia de vibración adecuada para su óptimo funcionamiento. A través del sonido, se puede influir en los líquidos de las fascias y mandar ciertas frecuencias a los órganos o a cualquier parte del cuerpo que deseemos sanar. Al escuchar el sonido sanador, las membranas corporales se relajan y los bloqueos emocionales y mentales salen a flote, para ser observados y sanados, pues el sonido tiene el poder de restablecer el equilibrio del Sistema Endocrino, estimulando la actividad de las ondas Alfa y la fluidez del líquido céfalo raquídeo a través de las fascias. Asi pues, el arte del Tai Chi Chi Kung nos ayuda a mantenernos sanos, flexibles y equilibrados tanto mental, emocional como físicamente estableciendo el ritmo y la fluidez interior.