El centramiento, la seguridad y estima interior albergan el poder personal. La palabra poder proviene de “potere” que significa “ser capaz”. La persona que siente respeto por sí misma es aportativa, le gusta hacer cosas, cultiva su voluntad y suele ser una persona vital. Quiere algo y se pone en marcha para logralo. Esto supone desarrollar la capacidad para adaptarse al cambio, superar la pereza, dejar de posponer y crear una interacción dinámica con el medio que le rodea.
La vida es movimiento y cambio fluido y consciente para los que así lo deseen y lo materialicen, y sufrimiento, dolor y dureza, para los que no cultiven la energía suficiente, para activar en si mismos, la capacidad de darse cuenta.
El Tai Chi propicia la escucha interior y la capacidad de observarse hasta convertirla en un hábito, entonces,la vida adquiere otro sentido, el centramiento interior acrecienta la motivación y la voluntad de acción; el fuego interior se activa y se enciende la chispa del entusiasmo y la fuerza interior. La persona es capaz de poner en acción y dirigir su propia energía, desarrollar sus habilidades y expresar sus talentos. Cada acto en su camino, da sentido a su vida, porque aprende a fluir desde el caos y el vacío interior, hasta la valentía y el coraje para materializar su deseo o necesidad. Recoge la intuición interior, y le da una intencionalidad y una dirección. Se relaciona con el mundo a través de sus instintos que físicamente se localizan en la región del plexo solar, en la boca del estómago y en las glándulas suprarrenales.
A través del plexo solar la persona tiene la posibilidad de sentir la conexión con la naturaleza, el planeta y el universo, sintiéndose parte de un todo. Hij@ del universo, de la consciencia cósmica, de la inteligencia universal.
En la medida que la persona establece en sí la autoestima, el amor y el respeto hacia sí mism@, siente la dualidad funcionando en la unicidad. La dualidad y la unicidad fluyendo libremente. La persona es capaz de sentir y fluir, sentir todos los estados de ánimo con sus subidas y bajadas, y fluir armoniosamente a través de su darse cuenta.
La fuerza y la seguridad interior nacen en el plexo solar y cuando la persona aprende a llevar la atención a la zona comprendida entre el ombligo y el esternón, conecta con su potencial interior, cultivando su energía a través de la respiración y la atención consciente.
La voluntad es el resultado de la combinación entre la fuerza y la seguridad interior, el equilibrio mental y emocional y la capacidad de dirigir la propia vida. A través de la voluntad, cada persona genera los hábitos necesarios en su vida, transformando y superando así lo establecido, la inercia y lo inconsciente.
La fuerza de voluntad está en relación con la libertad interna de cada cual y la fuerza interior, para ir más allá de las limitaciones culturales y sociales, de la diferencia de opiniones, del “qué dirán”y de la idea que cada un@ cree que se espera de el-ella.
La fuerza de la voluntad físicamente se manifiesta en las glándulas suprarrenales, los riñones, el área del diafragma, el plexo solar y el cerebro.
Cada paso en la vida nace de los intestinos, la zona de los instintos, deseos y necesidades, combinados con las emociones y sentimientos de la cavidad pectoral y las ideas de la zona de la cabeza.
La persona, a través de su consciencia crea la intención y el impulso para llevar a cabo una acción, que genera unas consecuencias en el exterior y otras a nivel de sentimientos, emociones e ideas en el interior. La falta de voluntad genera rabia e impotencia que la persona trata de disimular a través de la comodidad, la pereza y la falta de incentivo. La impotencia de no poder con una situación, origina una bajada de la autoestima que cobra su precio en un decremento de la seguridad interior y por lo tanto, una sensación de parálisis y un no atreverse a tomar iniciativas y llevarlas adelante.
La inseguridad genera la sensación interna de no saber si la persona está actuando bien o no. Esta sensación activa la culpa de no llegar a cumplir con las propias expectativas o las ajenas. Al entrar en la culpa, la persona empieza a exigirse y ello genera mayor tensión y desconfianza. En esta situación, la ansiedad se dispara y la persona tiende a escapar hacia sus automatismos: las adicciones, comer, beber, las ideas repetitivas, el nerviosismo interno, la inseguridad y las dificultades interiores crecen, haciendo que a la persona le cueste decir amablemente que no a algo o alguien, poner límites, acordarse de las cosas, ordenarse y decidir. Tiende a culpar a las circunstancias externas o a los otros por su incapacidad o su infelicidad.
El plexo solar es la zona donde se concentra la energía y el poder personal. Representa la luz, el calor, la energía, la fuerza de voluntad, la autoestima, la capacidad de acción y la vitalidad de una persona. La virtud o emoción positiva del plexo solar se manifiesta en la alegría de vivir y la pasión o emoción negativa expresa el miedo.El fuego y el calor rigen esta área comprendida entre las lumbares, el ombligo y la boca del estómago. La glándula endocrina que gobierna esta área es el páncreas que se relaciona con el estómago, hígado, vesícula biliar, intestinos y bazo, del mismo modo que con el sistema nervioso. Esta zona se relaciona con el pecho, para proporcionar oxígeno en el proceso de metabolismo y la zona comprendida entre los dos ojos, que corresponde al centro frontal. Cuando surgen problemas en esta área del cuerpo, la persona puede sufrir algún problema de estómago: digestiones pesadas, vientre hinchado, exceso de peso, gastritis, ulceras, hernia he hiato, sensación de nerviosismo en el estómago, diafragma colapsado… problemas del bazo, el páncreas: diabetes… problemas en el conducto biliar, hígado: ictericia, piedras en la vesícula biliar… trastornos menstruales, uñas frágiles, edemas, problemas en los intestinos, enfermedades psicosomáticas, cefaleas, vértigos, trastornos oculares, tumores y quistes, convulsiones, parestesias, nerviosismo en la boca del estómago…
Psicológicamente, el riñón, está asociado a los miedos, los conflictos sentimentales o con los ideales, como emociones negativas o pasiones y a la voluntad, la capacidad de estar atent@ y observar, la autoestima, la confianza, el poder interior y la capacidad de supervivencia como emociones positivas o virtudes.
El bazo y el pancreas están relacionados con la ansiedad, la preocupación, los pensamientos repetitivos y obsesivos, la cabezonería y la cerrazón mental como emociones negativas o pasiones y con la amplitud de miras, la justicia y la ecuanimidad, el pensamiento racional, la capacidad de concentración y la actitud de observación como virtudes.
Los problemas de estómago tienen que ver con las cosas del día a día y cómo las digerimos, la capacidad de aceptar las críticas y analizarlas.
El hígado y la vesícula biliar están relacionados con la crítica, la rabia, la envidia, la falta de seguridad interior y de afirmación, la sensación interna de nerviosismo, la tendencia a la frustración y la salida hacia la rabia o la depresión, las perturbaciones causadas por enfado, agresividad y pensamientos de desgana. La tendencia a estar irritado sin permitirse la expresión del enojo, los prontos y los gestos de mal humor o de impotencia. Las virtudes se manifiestan en la capacidad de la persona de ser tolerante, generosa, saber estar y escuchar, ser gentil y calmada y la capacidad de observación. A nivel energético, el hígado es el lugar donde alberga el alma humana.
El intestino delgado está en relación con la tendencia al análisis demasiado detallado, la crítica y el miedo a la existencia y la implicación como emociones negativas y la capacidad de observar y analizar las impresiones recibidas como virtudes.
El intestino grueso esta en relación con el subconsciente, con el miedo a permitir que acontecimientos inconscientes del día salgan a la luz, con el miedo a soltar las ataduras o los condicionamientos de cada cual y dejarse llevar en el fluir de la vida y como virtud se relaciona con la capacidad de regalar, fluir con el momento y perdonar las culpas y el pasado.
Los órganos del sistema digestivo, necesitan un aporte de energía diaria y el proceso de la respiración consciente practicado a través del Tai Chi, aporta el oxígeno y la energía vital necesaria, para el proceso de combustión y un masaje interno, para fortalecer y energizar los órganos y las entrañas, favoreciendo el cultivo de las virtudes.
La respiración consciente es el puente de unión entre lo que un@ siente, la toma de consciencia de los sentimientos que las circunstancias externas evocan, la capacidad de observarse y distanciarse de los sentimientos, y la habilidad de cada cual para responder ante las diversas circunstancias de la vida.
En el arte del Tai Chi, al inspirar, recogemos la energía tanto del cosmos con las manos como de la tierra con los pies, la elevamos hacia el sacro, activamos la primera bomba energética del sacro, elevamos la energía hacia las glándulas suprarrenales, el segundo fogón y ascendiendodo la energía hacia el cuello, activamos la glándula timo para nutrir las neuronas de la cabeza, al tiempo que succionamos a través de todos los poros de la piel la energía vital, y al espirar, soltamos paulatinamente la energía empujandola en determinada dirección, para energizar los órganos, los músculos y los tendones de los brazos, y bajar el resto de la energía a través de las piernas de nuevo a la tierra, para volver a alimentar el cuerpo y la consciencia a través de cada movimiento.
La respiración consciente y el movimiento coordinado proporcionan la energía que alimenta nuestra atención consciente, nos centra y serena el cuerpo, la mente y las emociones.
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