El corazón simboliza nuestra capacidad de amar en el sentido de dar y recibir amor. El chakra del corazón esta ubicado en el cuarto chakra llamado Anahata en la filosofía hindú, y significa la sensación interna de sentirse liberad@, al dar y recibir en equidad. Esto nos permite construir un puente por el que la energía fluye en la interacción y se vuelve creativa.
La cualidad del corazón se expresa en la convicción de la confianza en la existencia, que nos otorga la fuerza de sentirnos presentes en cada situación vital.
Los tres primeros chakras nos enseñan el manejo de las emociones y el dominio de los impulsos, pero el cuarto chakra, nos ofrece el regalo de la conciencia autorreflexiva, que nos permite vernos a nosotros a través de los ojos del otro, dándonos el sentido del nosotros. Esta cualidad de la consciencia nos ayuda a ser conscientes de nuestros sentimientos, poder expresarlos y respetar la emoción y el sentimiento de las otras personas.
El cuarto chakra posterior, ubicado entre los dos omóplatos recibe el nombre de Kiristi, que significa la consciencia de ser hij@ del sol. En este espacio, nos sentimos arropados por la vida en un sentimiento de unidad.
Anahata en Sánscrito significa que más allá del dolor y de las quejas, hay un lugar puro donde el espíritu se libera del dolor. Este sitio se llama el espacio sagrado del corazón, la puerta del alma que nos transporta a la verdad de nuestro ser. Todo lo que hemos vivido está grabado en este lugar. También está inscrito el propósito de nuestra vida y tiene la capacidad de conectarnos con nuestra chispa divina o el fuego interior, que es la llama de la continua transformación de la consciencia. En este espacio todas las cosas son posibles aquí y ahora.
El amor del corazón no es una emoción sino un estado de consciencia, capaz de interpretar la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este estado de consciencia se activa a través de la vivencia de la vida desde una visión positiva, sacando de cada experiencia, la mejor versión de un@ mism@.
Cuando el corazón se activa a través de un acto de amor desinteresado, el campo electromagnético del corazón se activa actuando como una onda de información, que manda una señal sincronizadora a todo el cuerpo, y estas ondas interactúan expandiendo una vibración de salud a todo el organismo.
Gracias a estos circuitos sintonizados en alta frecuencia, el corazón puede percibir nuestra realidad e influir en nuestras reacciones. Esta sensación de fluir y sentir amor en nuestras interacciones activa los campos electromagnéticos y los sintoniza en la proporción áurea, que permite a la corriente eléctrica cambiar octavas armónicas sin perder información, ocasionando que los estados de consciencia evolucionen de un estado a otro, y cuando el corazón está totalmente abierto y confiado, se forman una multitud de espirales que crean un montón de realidades paralelas, ofreciendo infinidad de posibilidades de elección de campos, donde podemos experimentar las diversas lecciones que la vida nos depara. Así nace el amor creativo que se manifiesta a través de la intención consciente.
Cuando accedemos al sentimiento de amor en nuestro corazón, encendemos la chispa divina, que nos permite conectarnos con la Fuente para crear una realidad de conciencia nueva, aprendiendo a observar de forma amorosa y neutra, y experimentando conscientemente la realidad que nos toca vivir.
Entonces, la luz de la Fuente llega hasta nuestra coronilla y va bajando y entrando por todos nuestros canales, hasta llegar a la zona del perineo, produciendo una liberación de cualquier resistencia en forma de miedo o limitación, y nos permite actuar sin interpretar, tomando consciencia de las diferentes partes que interactúan, para darnos la oportunidad de sentir nuestros sentimientos, los del otro y los que se generan en la mutua interacción, entendiendo de esta forma, la lección de amor que el universo nos enseña a través de cada uno de nuestros actos.