Somos energía, poder y fuerza consciente en acción en esta vida que establece los patrones que posibilitan nuestra evolución. Toda experiencia se da en el momento adecuado y las diversas situaciones se encadenan porque la vida, nos enfrenta a las situaciones que todavía no hemos comprendido.
Cuando la vida nos enfrenta a un desafío es porque tenemos las herramientas en nuestro interior, para poder dar una solución favorable, desarrollar nuestras habilidades y adquirir en el transcurso, la maestría. Cuando somos capaces de reconocer nuestro potencial, también reconocemos nuestra fuerza interior, que nos ayuda a liberar lo que ya no nos sirve y vaciarnos, para permitir que cada momento sea lo que es.
El primer discernimiento consiste en darnos cuenta que nuestra visión externa de lo que ocurre, está conectada con nuestros sentimientos internos, y que la cantidad de luz que tenemos y cultivamos en nuestro interior, es la que crea el orden para que utilicemos conscientemente nuestro poder. El orden va surgiendo en el interior, cuando nos reconocemos y entendemos las cosas en la forma en que se manifiestan. Al darnos cuenta de lo que está ocurriendo, podemos girar la mirada sintiendo las sensaciones internas que nos produce, entonces entendemos que el otro es el reflejo, que nos muestra el espejo de lo que nos damos o no nos damos.
En la interacción, es necesario entender las máscaras de la personalidad, pues la consciencia se amplía en la atención a los patrones que nos permiten ver lo que ocurre detrás de las formas, para encontrar la estrategia más idónea para el bien común, porque sabemos que podemos cambiar el mundo que nos rodea cambiando lo que ocurre dentro de nosotros.
Mientras observamos, nos damos el tiempo de cambiar nuestros pensamientos, sentimientos y creencias, así entramos en la conciencia del círculo. Nos damos cuenta que estamos sumergidos en un campo de energía inteligente que responde a nuestros sentimientos y creencias y se reorganiza en función de ellos. Las creencias dan forma a nuestras experiencias y cuando cambiamos las creencias, la red electromagnética traduce ese cambio a la realidad que estamos viviendo, pues la creencia es la que crea las pautas de nuestra realidad.
La mente subconsciente guarda un registro de todo lo que hemos experimentado y de los sentimientos y creencias relacionados. Estas creencias establecen el modo en el que vamos a reaccionar en la vida, así que si creemos algo con claridad e intensidad suficiente, el subconsciente hará lo necesario para transformar esa creencia en realidad. Por tanto, para cambiar nuestras creencias, tenemos que sentir que son reales e imaginarnos actuando de la forma elegida, de esta manera, creamos en nuestra mente la red de conexiones neuronales que hacen posible las acciones, convirtiéndonos en aquello que elegimos experimentar.
Cada vez que descubrimos una forma diferente de hacer las cosas, hay una transformación en la consciencia, y esa consciencia habita en nuestro sistema energético o cuerpo de luz, que está conformado por largas cuerdas de resonancia que vibran en diferentes frecuencias y se encargan de producir el principio de resonancia generando la atracción de aquello con lo que un@ vibra. Los pensamientos y emociones envían una frecuencia que viaja a través del sistema de energía que une toda la creación, y esa información es recibida por aquellas personas que están en la misma sintonía, así, al observar los diversos aspectos de cada situación e interacción, adquirimos la fuerza de la consciencia, para liberarnos de nuestros patrones subconscientes y crear nuevas formas de ver la vida e interaccionar. La consciencia se vuelve sólida y coherente y despertamos nuevos dones y habilidades.
Según los patrones que conforman el campo energético habrá una influencia en lo que ocurre en el cuerpo físico, por eso los pensamientos y emociones tienen un impacto directo en las células, y a través de nuestras acciones, creamos la realidad que nuestra frecuencia vibratoria nos permite, siendo la vida el reflejo de nuestro propio grado de consciencia.
Nuestra idea consiste en darle a lo que ha ocurrido un nuevo contexto en el que poder comprender la situación que la vida nos ha planteado. Si retiramos los sentidos del mundo exterior para dirigir la atención a lo que fluye dentro del cuerpo, podemos ser más creativos en nuestros pensamientos y acciones.
El alma desciende a la vibración y frecuencia de nuestro cuerpo de luz, y cuando logramos activar sus diferentes circuitos, accedemos a la visión del alma, pero si nos quedamos atascados en situaciones que no sabemos cómo lidiar, los circuitos energéticos y chakras se desconectan, el campo energético se distorsiona y la perspectiva se nubla, volviéndose confusa y repitiéndose las viejas creencias y emociones asociadas, pero si a través de la respiración, volvemos a activar los circuitos que hemos desconectado, volvemos a despertar la percepción consciente del alma. Al ser conscientes de la respiración, conectamos la mente con el cuerpo, ralentizamos el proceso de pensamiento y podemos ampliar nuestra visión interna para dar una respuesta constructiva e integradora.