El alma es el vehículo que utiliza el espíritu para venir a la tierra a experimentar el juego de la vida, y después de la muerte, guía al difunto en su viaje de regreso a su origen.
El alma es nuestra fuerza vital, la esencia inmaterial e inmortal. Su naturaleza es luz y puede transformarse y fusionarse con el espíritu cuando llegamos al estado de iluminación o despertar interior.
El alma humana guía nuestras vidas y nos proporciona una dirección y un propósito. Nos llama a través de la voz interior llegando a nuestro sentimiento intuitivo, para descubrir nuestro mundo subconsciente y trascender las memorias de miedo, dolor o limitación de cualquier clase en amor y compasión. El alma nos habla a través de sueños y visiones y nos enseña a confiar en nosotros, y a ser verdaderos y sinceros con nosotros mismos y con los demás, pero el alma también puede oscurecerse cuando a nivel físico, etérico, emocional o mental, nos empecinamos en recrearnos en comportamientos y actitudes de enfado, rabia, tristeza, miedo o cualquier otra emoción negativa.
El cuerpo es el recipiente o contenedor del alma. El corazón representa la casa del alma, el lugar donde accedemos a nuestra esencia cultivando las virtudes del corazón, la mente es el medio de expresión del alma y nos permite observar, cambiar nuestras creencias y acceder a otras dimensiones de consciencia. El cuerpo de luz es el vehículo que el alma utiliza para viajar a otras dimensiones
La energía del alma nos da la capacidad de acumular y refinar energía consciencia a través del uso que le damos en nuestra cotidianidad, y refleja la sabiduría que hemos ido acumulando a lo largo de las vidas que hemos vivido.
A medida que nuestra consciencia se va expandiendo, los chakras inferiores integran sus polaridades manteniéndonos centrados, consiguiendo dominar las emociones y transmutarlas a través de la fuerza mental, entonces el alma se cohesiona y adquiere permanencia. En ese momento, el observador rige la vida de la persona y el alma empieza a reconocer la existencia del Ángel Solar que tiene la misión de cuidarla, así, a través del desarrollo del testigo silencioso, empieza a formarse el vínculo de enlace entre el espíritu y la personalidad.
El Ángel Solar a través del Cuerpo Causal, guía las diversas encarnaciones del alma y la personalidad en función de las necesidades kármicas, para que la persona tenga la oportunidad de aprender de las diferentes experiencias vitales.
El Cuerpo Causal es el vehículo que sirve para registrar las experiencias de las diversas encarnaciones. Así, cuando un ser nace, la energía pasa del Cuerpo Causal a los planos mental, astral y físico.
El Ángel Solar es el verdadero Yo, es llamado el Yo Soy, y cuando el alma va refinándose, llega un momento que se fusiona con el Ángel Solar. A esta unión se le llama el matrimonio místico, entonces, la conciencia del Ángel Solar y la del alma se funden en alquimia, y después de un tiempo de unificación, el Ángel Solar puede seguir su propio camino de evolución.
Cuando el ser humano opta por dedicar su vida al crecimiento del espíritu y el desarrollo de la consciencia, empieza la construcción del Antakarana o el puente de luz que le permitirá hacer un camino de conexión entre la mente y los niveles más altos de consciencia, consiguiendo liberarse de la rueda de las encarnaciones.
El Antakarana es un hilo de luz espiritual construido por la persona encarnación tras encarnación. En la primera fase, el ser recibe la ayuda del alma y en la última, de su espíritu. Este cordón vincula el alma y la personalidad y a través de la construcción de ese puente, la personalidad se fusiona con el alma y éste con el espíritu.
En la construcción del puente de luz intervienen la personalidad, el alma, el espíritu y el triple hilo; el hilo de la vida que se extiende desde el espíritu hasta el corazón en el cuerpo físico, el hilo de la consciencia que se extiende desde la personalidad hasta el alma y el hilo creador que es el que vamos formando con nuestra consciencia y creatividad.
Itaca Albergue de Salud 