Es la guardiana de la sabiduría sexual. Nos muestra que todos los actos de nuestra vida son sagrados tanto los físicos como los espirituales y que cuando integramos esta consciencia en nuestra cotidianidad, el juicio cae por su propio peso.
Nos enseña a amar nuestro cuerpo y disfrutar en el juego, el baile, la comida, el trabajo, los amaneceres y atardeceres, los distintos espacios de nuestra cotidianidad, las relaciones, los encuentros… pues todos son actos de placer que la madre tierra ofrece a los seres humanos. Nos enseña a vivir cada situación con un corazón feliz disfrutando los placeres y las alegrías de la vida sin intentar escapar de los momentos tristes o engorrosos, viviendo con la misma complacencia tanto los estados de alegría como los pesares.
Ella es la madre nutricia, amorosa y sensual y la protectora de la sabiduría sexual. Es como la amiga incondicional que nos apoya tanto en nuestras capacidades como en nuestras necesidades o carencias, sosteniéndonos incondicionalmente en nuestro proceso de crecimiento.
En su medicina, nos enseña las cualidades del respeto, la confianza y la intimidad, para que no proyectemos sobre el otro, temas pendientes de nuestro propio pasado.
Nos da la mano para que con ella atravesemos el puente del perdón entre la sombra y el corazón que ama incondicionalmente, para descubrir el camino de la ternura hacia un@ mism@.
Ella conoce la naturaleza de la energía masculina que da a través de los genitales para recibir por el corazón y la naturaleza de la energía femenina que da a través del corazón para recibir por los genitales, creándose de esta forma, el círculo que los une en el proceso de dar y recibir.
Representa el amor a la verdad y la sabiduría de la compasión, guiándonos en el proceso de amar cada uno de los reflejos de lo que somos.