REGENERACIÓN DE LA ENERGIA VITAL

Transformar la perspectiva desde la que observamos la vida, requiere que desarrollemos la capacidad de modificar el mundo que nos rodea cambiando lo que ocurre dentro de nosotros. Con esto me refiero a pensamientos, sentimientos y creencias, que son los programas que crean pautas en la realidad.

Teniendo en cuenta que nuestras ondas de creencias viajan por la sustancia cuántica del universo y que nuestra visión del mundo y de los demás está conectada a nuestros propios sentimientos, podemos decidir desprendernos de las ataduras mentales y emocionales que nosotros mismos creamos, estableciendo nuevas referencias en nuestro interior.

Resulta pues interesante liberarnos de una dinámica de reacción emocional que nos ata a determinadas memorias que reactivan viejos dolores internos.

La dirección de integración sucede de fuera hacia adentro, pues a través de las circunstancias externas, vamos descubriendo nuestro propio interior, y la realización de nuestras metas y objetivos, necesita tanto de un cambio de percepción, como del tiempo que lleva cambiar nuestra consciencia.

Integrarnos en la consciencia del ser requiere que comprendamos todas las alternativas, y que desde nuestra presencia, asumamos la posición deseada a través de la comunicación y la cooperación, y que tomemos decisiones que nos proporcionen satisfacción, aprendizaje y realización personal y colectiva.

Realización significa hacernos reales y verdaderos, y para eso, resulta necesario que actuemos impecablemente, siendo íntegros en cada acción, llevando la atención plena a lo que hacemos, pues la atención es la cantidad de luz que somos capaces de aportar a cada una de nuestras acciones. La intención es la facultad para alinearnos con las fuerzas cósmicas. El discernimiento consiste en saber distinguir los caminos por los sentimientos que producen eligiendo qué deseamos que entre a formar parte de nuestra vida. La asertividad es la capacidad de afirmar con humildad sin herir ni perjudicar al otro ni a uno mismo, y la empatía es la aptitud para ser capaces de observar los aspectos que generan afinidad entre diferentes personas. La integración de todos estos aspectos o cualidades de la consciencia, nos ayuda a ser íntegros en nuestras acciones. Si en cambio nos dejamos llevar por una emoción, significa que más allá de sentir lo que ocurre, nos enganchamos en una herida que provoca la repetición de una vieja memoria. Si nos sentimos susceptibles y nos ponemos a la defensiva, significa que sentimos dolor en la interacción y que si nos enganchamos a ese sentimiento, seguimos alimentando una situación de dualidad que impide que conectemos con la honestidad de nuestro interior y nos limite a la hora de descubrir diferentes formas de relacionarnos y hacer las cosas. Seguimos el camino del enganche emocional que nos lleva a mantener las creencias que sostienen esa emoción como por ejemplo, la creencia de no ser capaz o no poder, que sostiene la emoción del miedo, la de sentirse injustamente tratado, que mantiene la emoción de la rabia, la de ponerse nervioso o ansioso que sustenta la sensación de vivir en estrés, la creencia de que no es posible o no me dejan, que alimenta la obsesión y la sensación de que tal circunstancia o relación me produce dolor, que alienta la tristeza.

Cuando en cambio, la mente y las emociones están alertas a los mensajes del mundo físico, sin prolongar la creencia o emoción, simplemente observándola, sintiéndola, dándonos cuenta y dejándola pasar, estamos propiciando un estado de integración que nos permite expandir nuestra consciencia permitiéndonos expresar una emoción sin albergar ni mantener un sentimiento negativo hacia la persona o situación.

La observación nos facilita la captación y entendimiento de diferentes formas de control, como son la culpa, la intimidación o la manipulación entre otras, y también la comprensión de las propias trampas de autoboicoteo como son la justificación, la postergación, la desvalorización, la evitación, la confusión, la obsesión, las adicciones, la comodidad, el victimismo, la crítica y otras tantas trampas que nos mantienen en la queja y la indecisión. Pero en cada uno de nosotros está la responsabilidad de no permitir llenarnos de basura emocional, pues es sabido que el conflicto es el resultado de una herida interna sin sanar, por eso es esencial que tomemos responsabilidad sobre nuestras proyecciones inconscientes.

Dispersar el conflicto requiere de la habilidad para atemperar acciones y palabras antes de que ocurra la situación de tensión, y la diplomacia, es el arte de crear equilibrio en el intercambio abriendo la mente y el corazón, y resolviendo los diferentes aspectos comunicativos y de relación entre las personas.

Cuando conseguimos hacer desaparecer las defensas, llegamos a la templanza que indica que hemos alcanzado el control de las emociones y el dominio de nuestros impulsos actuando más desde el instinto y la intuición que desde el control y la imposición, pero eso requiere escuchar la propia verdad y también la verdad del otro.

Desprendernos de nuestra visión como la mejor, aceptar lo que ocurre sin juzgar ni criticar y sin resistirnos a lo que acontece, crea el espacio para que se instale el silencio interior, y en ese estado de vacío, la dualidad se trasciende y el alma despierta a la consciencia cósmica.

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